miércoles, 28 de septiembre de 2011

Mujer con granada dentro de la mandíbula!!!!!

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Karla Flores se dedicaba a la venta de mariscos en la calle cuando de repente oyó una explosión. Un objeto la golpeó en la cara, tirándola al piso. Cuando se despertó estaba en un hospital con un fragmento “vivo” de granada atrapado dentro de su cara.


Ocho horas después, Karla tuvo una operación donde se llevó a cabo la extracción del dispositivo mortal que podría haberla matado a ella y a todos aquellos dentro de un radio de 32 pies. Así es como todo sucedió.

Karla Flores de 32 años de edad, madre de tres hijos, se dedicaba a la venta de mariscos bajo el sol infernal en una calle de Culiacán, la ciudad más grande del estado de Sinaloa, en el noreste de México. De repente se escuchó un ruido explosivo. Cuando ella trató de dar la vuelta para ver lo que era, fue el momento en que fue golpeada en la cara por un objeto. El impacto que recibió la hizo caer violentamente en la acera. Todo lo que ella recuerda de ese momento es que ella sentía una sensación de ardor en la cara y cuando ella lo tocó había sangre en sus manos.

Para suerte de ella, una persona que pasaba por allí la montó en su vehículo y se la llevó al hospital (imagino que si hubiera sabido lo que tenía en la cara ni la monta). Allí, los médicos vieron que algo estaba dentro de su cabeza, para ser mas especifico, en el lado derecho de su cara. Ella pensó que era una especie de piedra de la explosión y trató de decirles a los médicos:

"El doctor me preguntó qué había pasado. Le dije que pensaba que una piedra me había golpeado. Entonces comenzaron a mirar y descubrieron que se trataba de algún tipo de proyectil, pero no sabían en realidad que era."

La radiografía y la tomografía mostraron que se trataba de un objeto extraño que estaba atrapado entre las mandíbulas superior e inferior. Tras la inspección, fue rápidamente identificado por un personal militar como un fragmento de la cabeza de una granada. Al parecer, la granada fue disparada a través de un lanzador de granada – el ruido que Karla había escuchado, que no explotó porque chocó contra su cara.

El dispositivo, sin embargo, podría haber explotado en cualquier momento, matando a todos en un radio de 32 pies (10 metros). Solo un movimiento en falso y eso sería lo que hubiera pasado. Rápidamente, el personal del hospital aisló a Karla del resto de los pacientes. En ese momento, ella apenas podía respirar o tragar su propia sangre y/o saliva. El reloj seguía corriendo que era muy peligroso y muchos médicos ni querían operarla bajo esas circunstancias.

Finalmente, el director del hospital, el doctor Gaxiola Meza, aclamó por voluntarios. Cuatro personas valientes dijeron que si: dos anestesistas, Felipe Ortiz y Cristina Soto, la enfermera Rodrigo Arredondo y la Dra. Lidia Soto. Junto con dos expertos en explosivos del ejército mexicano, llevaron a Karla a un lugar abierto para realizarle la operación. Se llevaron todo el equipo quirúrgico con ellos. De esta manera, en caso de que se cometa un error, nadie, aparte de ellos, seria afectado.

Luego que estaban allá y con anestesia local, Karla tenía una traqueotomía para poder respirar mientras se extraía el artefacto explosivo. Los expertos militares guiaban al médico. Ella no podía ni girarla, lo único que debía de hacer era sacar lentamente el fragmento de la cabeza. La operación fue completada alrededor de la media noche.

Karla tuvo que pasar por otros procedimientos después de eso. Ella perdió la mitad de sus dientes, su cara esta deformada por la gran cicatriz y, según los médicos, que aún le quedan por lo menos tres años de operación por delante.

En México, la llama la mujer Milagro. No me sorprende.